Cómics y literatura en el aula
La mejor manera de cerrar el año es hablando, cómo no, de literatura. Siempre nos interesa descubrir métodos y actividades con las que nuestros alumnos se sientan partícipes de aquello que leen y fomenten, precisamente, el placer por la lectura. Nuestro deber como docentes es que vayan más allá de leer el típico libro obligatorio y hagan un examen tipo test sobre este en el que no haya sido necesario, siquiera, leerse la novela. No. Lo que queremos es que se conviertan en personas críticas, que tengan ideas, que no tengan miedo a expresar sus opiniones, que entiendan la importancia de que épocas tan remotas como el Romanticismo o el Barroco han configurado la sociedad que tenemos, y que ser personas formadas y leídas les abrirá más puertas de las que se piensan.
Hoy queremos abordar un género menos común de encontrar en el aula: los cómics. Todos los profesores saben de la importancia de los libros clásicos, de cumplir con el listado de lecturas obligatorias, de incluso hablar de novelas juveniles y contemporáneas para atrapar el interés del alumnado. Sin embargo, esto, a veces, no es suficiente. Un artículo del NY Times revela que muchos docentes han puesto en práctica programas en el aula que giran alrededor de los cómics y la novela gráfica. Cansados de la falta de interés de los chavales con todo lo que tenga que ver con la literatura, han decidido probar nuevos métodos que, parece, están funcionando.
Cabe decir que muchos creen que son precisamente los cómics los causantes, o los que favorecen, los bajos índices de lectura en niños, pero la tendencia se está invirtiendo y, ahora que las novelas gráficas se han consolidado como obras sofisticadas de la literatura, muchos educadores creen que, a través de estas, pueden conseguir que sus alumnos se enganchen al acto de leer. La idea es cazar lectores, ya que los cómics y las novelas gráficas, por sus ilustraciones, tono y estructura, son más adictivos para aquellos niños que se sientan intimidados por un libro repleto de letras a tamaño diez. Y pueden llegar a ser igual de educativos. Aunque hay algunos escépticos que consideran que esto es rebajar el nivel de las clases, otros opinan que de lo que se trata es de que, simplemente, funcione. Si el resultado es tener a alumnos hablando animadamente sobre el impacto que obras como Maus o Persépolis, por ejemplo, han generado en ellos, ya nos podemos dar por satisfechos. Generar debate y análisis crítico es crucial, y si al mismo tiempo hay obras que despiertan el interés de los jóvenes y les enseña sobre la historia de nuestra sociedad, además de sobre temas más narrativos como estructura, tono y composición de una historia, ya nos podemos dar por satisfechos.
Las actividades potenciales que se pueden realizar con una novela gráfica en el aula son infinitas. Desde el debate hasta crear sus propios cómics, el interés y la participación en los niños es increíble. Aunque lo único que les interese sean los videojuegos y nunca hayan abierto un libro por su propia voluntad, en estos talleres se encuentran con el poder de recrear aquello que más aman: ellos mismos se inventan personajes y mundos increíbles, generan historias y se lo pasan en grande en clase. Y de eso, al final, es de lo que se trata, ¿verdad?